domingo, 5 de junio de 2011

tercera parte, capítulo trigésimo séptimo





Cuando Haze dio el alto, Mireah no cuestionó su decisión. No habían llegado aún a la capital, pero ya podía oír algunos ruidos de civilización desde donde estaban. Hacía un par de horas que era oficialmente día y eso quería decir que llevaban al menos tres horas de marcha. Así que se dejó caer en un saliente del camino que parecía cómodo y apoyó la espalda en el tronco de un árbol, cerrando los ojos.

-¿Por qué nos paramos? -Quiso saber Jaron.

-¿No estás cansado? -Fue la respuesta de su tío.

Oyó al muchacho gruñir, pero no volvió a protestar, así que supuso que el argumento de Haze le había convencido. Pudo imaginarlo sentándose de brazos cruzados, su rostro una máscara de justa indignación, pero no abrió los ojos para ver si había acertado. Necesitaba descansarlos aunque fuera diez minutos.

-A partir de aquí deberemos extremar la cautela -comentó Dhan.

-Apuesto que apenas encontraremos a nadie en als calles. No debería ser dificil llegar hasta el Castillo sin llamar la atención.

-Aún sigo sin estar muy seguro de que sea una buena idea.

-Claro que no es una buena idea, pero es la única que tenemos a no ser que se te haya ocurrido algo más por el camino.

Dhan rió.

-¡Maldición! Lo peor es que tienes razón. Lo único que se nos ha podido ocurrir es una idea pésima.

-Acordado ese punto, ¿cómo nos organizamos?

-¿Organizarnos? Creo que con mantenernos alejados de las calles principales bastará de momento.

-No me refiero a eso.

Hubo un silencio corto y cualquiera hubiera podido pensar que Haze buscaba ordenar sus ideas antes de exponerlas. Y posiblemente eso hacía, pero la princesa empezaba a conocerle y sabía que ese silencio, además, significaba que lo que iba a decir a continuación no era verdad. No toda la verdad al menos.

Abrió los ojos sin moverse de su sitio y miró a su elfo mientras este se recostaba en un árbol y evitaba la mirada de Dhan.

-¿No estás agotado de tanto caminar? Apenas hemos dormido esta noche antes de que Mireah y Jaron llegaran y no hemos parado desde entonces. Y aún así, nosotros hemos tenido la suerte de dormir algo -se volvió jacia su sobrino, que le miraba con el ceño fruncido porque sabía a donde quería ir a parar-. ¿Cuanto hace que no duermes, Jaron?

-No importa.

-¡Claro que importa! ¿Crees que nos vas a servir de algo agotado si de veras tuvieramos que enfrentarnos a los hombres del Qiam? Apuesto lo que quieras que hace al menos dos noches que no duermes más de media hora, que es el tiempo que debéis de haber tenido en Segaoiln'ear antes de que Salman nos viniera a buscar.

-Dividirnos suena a idea aún peor que la anterior, Yahir.

-¡Vamos! No hablo de dividirnos. Hablo de que ellos se queden aquí a recuperar fuerzas mientras tu y yo inspeccionamos nuestras opciones. ¿Qué sentido tiene que vayamos todos? Será ir, echar un ojo y volver.

-¿Tu y yo? -Dhan alzó las cejas.

-Alguien descansado debería quedarse con Jaron y Mireah.

-Esto es absurdo -opinó Jaron chasqueando la lengua-. Tú no sabes pelear.

-Y aún estás convalesciente -le recordó la esposa de Dhan, a quien la idea de quedarse atrás parecía gustarle tan poco como al muchacho.

Haze suspuiró, cansado, pero no contestó a Layla. En su lugar se volvió a Dhan, solicitando su apoyo. Por supuesto, ya había convencido a Hund en el momento en que le había dado una excusa para mantener a su esposa al margen.

-La verdad es que cuantos menos seamos más fácil será pasar desapercibidos -fueron las palabras del pelirrojo.

El ceño de su esposa se frunció y Mireah recordó de repente a Alania.

-No se te ocurra dejarme sola de nuevo, Dhan.

-No estarás sola. Además, aunque no me guste, Haze tiene razón. Necesitamos reponer fuerzas y estar despejados para pensar con claridad. Ninguno de nosotros lo está haciendo últimamente.

La mujer apretó los puños, moridiéndose los labios. Mireah la entendía. ¿Qué podía hacer si habían tomado la decisión por ellos sin consultar?

-Vé con Yahir y déjame en paz. Al fin y al cabo es lo que has hecho desde que nos casamos, abandonarme por un Yahir-dijo finalmente.

-Layla...

La elfa evitó su mirada, pero aún así, se dejó abrazar por su marido, que le susurró algo antes de que ella se apartara y cruzara los brazos. Dhan cambió el peso de su cuerpo de pie un par de veces, incómodo por la escena. Miró a Haze, como pidiendole ayuda, pero este se limitó a indicarle con un gesto que era mejor emepzar a moverse, a lo que Hund respondió con un resoplido de resignación.

-¿Y si nos negamos? -dijo de repente el muchacho, cuando parecía que todo estaba decidido.

El medioelfo se había puesto de pie de nuevo, cargando su arco y desafiando a los adultos con la mirada a que le obligaran a sentarse otra vez.

-Jaron, por favor... -su tío le miró con cansancio-. Sabes que tengo razón -Haze suspiró-. Mira, sé que no confías en mi, pero piénsalo bien. Si de verdad de quieres poder hacer algo, si de verdad quieres tener alguna posibilidad ante Zealor o Meanley... ¿Cuanto más aguantaras sin dormir o comer?

-¿Y tú?

-Créeme, estoy seguro que yo he dormido más que todos los presentes juntos en la última semana -el elfo ensayó una sonrisa-. Además, estáis actuando como si Dhan y yo fueramos a asaltar el Castillo Real solos. Va a ser echar un vistazo y volver.

Jaron relajó el ceño y los hombros y Mireah comprendió que en realidad se sentía aliviado de tener una excusa para parar por fin.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo. Llegaremos hasta donde podamos y cuando nos hayamos hecho una idea de la situación volveremos.

-Entonces, ¿no es una misión suicida para buscar a Jaron?

El único que permaneció impasible ante la pregunta del chico fue Haze. Layla y Dhan miraron al joven Yahir con mil preguntas asomando en sus ceños mientras Mireah sintió que su corazón se aceleraba. Sin haberlo hablado, parecía que Jaron y ella compartían el mismo temor y la misma certeza. Sólo que finalmente el medioelfo había sido más valiente que ella y lo había dicho en voz alta.

La humana sabía que debía decir algo, lo que fuera, pero hacía rato que el nudo en la garganta le imopedía participar en la conversación.

Finalmente Haze rió.

-¡Demonios! ¡No! ¿Crees que estoy loco?

-¿De que habla, Yahir?

Haze miró a su sobrino a modo de reporche un momento antes de volverse hacia Dhan.

-Es posible que Zealor tenga a Jaron. No te había dicho nada porque no podemos hacer nada al respecto de momento y sólo... -Suspiró de nuevo-. El plan sigue siendo el mismo, Dhan, ¿de acuerdo? No cambia nada.

Hund miró a su esposa y luego a Haze, gruñendo a modo de afirmación.

-Sólo ir y echar un vistazo -dijo finalmente el pelirrojo.

-Sólo ir y echar un vistazo -repitió tensa su esposa-. Lo has prometido, Yahir.

-Volverá de una pieza, Layla.

-¿También lo prometes? -Pero la mujer finalmente deshizo el tenso nudo que eran sus brazos ante la sonrisa resignada de Haze.
Y eso sí pareció cerrarlo todo. Haze pareció pro fin acordarse de ella y se volvió a mirarla, posiblemente para despedirse con un “duerme, mi princesa” o un “estaré de vuelta antes de que te des cuenta”. Mireah estaba decidida a dejarles hacer, porque en el fondo tenía razón y estaban agotados e ir todos eran una locura y tenía lógica que les obligara a descansar y hacía dos días que no dormía y estaba todo dicho, de veras. Por eso fue la primera sorprendida cuando sus labios se abrieron para hablar:

-No te vayas -suplicó su boca sin que pudiera detenerla.

-Hey -Haze se acuclilló frente a ella, sus ojos violetas tan llenos de dulzura y tristeza desmintiendo la sonrisa de sus labios-. No voy a tardar. Sólo...

-Sólo ir y echar un vistazo, lo sé, lo has dicho al menos cinco veces ya. ¿Para convencernos a nosotros o para convencere a ti?

-Princesa...

-No te vayas- repitió ella-. No hacen falta dos personas para echar un vistazo.

-No seas así. ¿No pretenderás que vaya Dhan solo?

Mireah se miró las manos, incapaz de sostenerle la mirada ni un segundo más. Tenía razón, toda la razón del mundo. Y aún así...

-¿No te quedarás aunque te lo pida yo? -No lo prentendía, pero su voz no fue más que un susurro.

El elfo tomó sus manos entre las suyas.

-Sabes que no puedo -susurró él a su vez.

-¿Y si te lo hubiese pedido ella? -Las palabras escapaban de su boca sin que pudiera hacer nada por detenerlas-. ¿Te quedarías si te lo hubiera pedido Sarai?

La presión tierna que sus manos ejercían sobre las de Mireah desapareció al instante y por un momento Haze apretó con más fuerza de la que la humana le creía poseedor. Fue sólo la mera fracción de un segundo, pues en seguida soltó sus manos.

-Necesitas dormir -dijo, frío como el hielo, poniéndose en pie-. En seguida estamos de vuelta.

Y mientras él y Dhan se iban en medio de un silencio sobrecogedoramente denso la humana fue incapaz de levantar la vista del suelo. Sabía que no debía haber dicho eso, que en realidad no había querido saber la respuesta a esa pregunta. Pero él había respondido sin necesidad de hablar siquiera.

¡Zealor tenía razón! Haze había amado a Sarai. La amaba aún. La iba a amar toda su vida...

La mano de Layla en su hombro la sobresaltó de repente.

-Échate junto al muchacho -dijo, señalando el bulto que era Jaron, echo un ovillo bajo un par de mantas-. Te sentará bien dormir.

La humana se puso en pie con dificultad, asientiedo y obedeciendo, aunque sabía mientras cubría su cabeza y cerraba los ojos que aunque finalmente se durmiera no iba a descansar.


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