domingo, 17 de enero de 2010

segunda parte, capítulo trigésimo quinto




Jaron no tardó en aprender que los ejércitos eran lentos. Agónicamente lentos. No estaban tan lejos d ela Nación, no podían estarlo. Estaba convencido que, a buen paso, en un día, tal vez día y medio, él sería capaz de llegar hasta allí. El ejército de Meanley, no obstante, apenas habái recorrido un cuarto del camino antes de que dieran el alto para cenar y descansar.

No se quejaba. Cuanto más tardasen en llegar, más tiempo tenía él para escaparse y buscar a su tío.

“Si sigue con vida”

Cierto. Si seguía con vida. Pero a eso ya se enfrentaría llegado el momento. Ahora tenía otros problemas en mente.

Cuando había aperecido Jacob de Meanley el muchacho había cambiado sus planes. Ciertamente, aún quería huir y llegar a la Nación lo antes posible, pero ahora tenía la posibilidad de averiguar qué se traía Meanley entre manos. Así que cuando cayó la noche y todo el mundo empezó a reunirse alrededor de los fuegos a cenar y descansar, Jaron se apartó disimuladamente al amparo de las sobras para deslizarse hacia la zona donde habían montado la tienda provisional de los altos mandos.

El ruido que venía de las hogueras sin duda distraería a los guardias y lo más posible era que no le oyeran acercarse y si se situaba suficientemente cerca para poder escuchar...

Jaron se arrastró por la mullida yerba.

-¿Adonde vas? -Susurró Miekel a su espalda.

¡Mierda! ¿Es que era su perro guardian? Jaron no se molestó en volverse hacia el humano, que se arrastró hasta lelgar a su altura.

-Si vas a escapar déjame ir contigo.

-No voy a escaparme -susurró el medioelfo con impaciencia.

-Entonces es que por algún motivo quieres acercarte a la tienda de Meanley y eso sería una estupidez, ¿verdad?

¿Por qué no le dejaba en paz?

-Métete en tus asuntos -masculló.

-Es que resulta que tu eres mi asunto. ¿Por qué crees que me envió Rodwell?

-No me importa. No pedí ayuda. No la necesito. Estoy bien.

-Por supuesto. Por eso usas un nombre falso y llevas una gorra para que nadie vea tus orejas, porque no hay nada de lo que preocuparse.

Jaron se volvió finalmente, molesto.

-¿Qué quieres de mí?

-¡Ayudarte! No soy imbécil, ¿vale? Hay algo que no me estás contando. U me da igual, de veras. No me lo cuentes. Pero déjame ayudarte, sea lo que sea que quieras hacer.

El medioelfo suspiró. Podía contarle sólo lo que pretendía hacer, nada más. Así se lo quitaría de encima. Miekel trataría de disuadirle y él fingiría entrar en razón, y cuando el novicio no estuviera mirando se escabulliría de nuevo.

-Quiero espiar al príncipe. -dijo finalmente-. Quiero averiguar si de veras la Sarai de la que hablaba era mi madre.

Miekel le miró con el ceño fruncido. Seguía sin creerle. No al menos la excusa que había dado.

-¿Y no crees que será más fácil acercarte si nadie te ve? -dijo de todos modos.

-¿Qué crees que estaba haciendo?

-¡Oh, vamos! Yo te he visto.

-Tu estás siempre pegado a mi cola -protestó, ofendido.

El humano puso los ojos en blanco.

-Estás alzando la voz -le recordó en un susurro-. Mira, puedo cubrirte, pero para eso tienes que confiar al menos un poco en mí.

Jaron gruñó como respuesta. No esperaba que Miekel quisiera colaborar con él. Y encima lo que le decia sonaba sensato. Odiaba cuando la gente se ponía sensata. Era dificil discutir cuando la gente se ponía sensata.

-¿Y como piensas hacerlo?

El humano sonrió.

-Tu dame cinco minutos y tendrás via libre.

Y, tras palmear su espalda, se fue por donde había venido. Jaron se qeudó donde estaba, expectante. A malas, si la cosa se complicaba, podía intentar ir hacia el bosque, largarse de una vez.

De repente vio avanzar a Miekel entre las hogueras, hacia la tienda de Meanley. Estaba demasiado lejos para ver u oir nada, pero el humano caminaba a grandes zancadas, como si llevara un asunto urgente entre manos. Se detuvo cuando los guardas cercanos a la tienda se acercaron a él, armas en mano. El novicio gesticuló y señaló la tienda grande y al poco la mayoría de los guardas estaban pendientes de lo que fuera que les estaba contando.

Fuera lo que fuera que estaba haciendo, estaba funcionando. Así que Jaron aprovechó la oportunidad para acercarse a la parte trasera dela tienda de jacob de Meanley. Sabía que dificilmente descubriría algo nuevo, pero si no lo intentaba nunca lo sabría.