sábado, 21 de marzo de 2009

Capítulo Cuatrigésimo

(tarde, tardísimo, lo sé. No tengo perdón ni excusa)




Cuando llegaron por fin a la casa Secreta era tan tarde y habían pasado tantas horas que Nawar hubiera vendido a su madre por un plato de lentejas. O por un poco de pan con queso, que no era cuestión de ponerse quisquilloso.

Bueno, tal vez a su madre no, pero sí al medioelfo.

El chico no había vuelto a abrir la boca desde que dejaran libre a Zealor y eso le preocupaba. De acuerdo que nunca había sido demasiado hablador, pero ese silencio era muy amplio y no se llenaba con nada bueno. Y lo había intentado, de veras, pero no había logradoquele contara ni una sola palabra de lo hablado con el Qiam, que fuera lo que fuera no era recomendable seguro.

Había probado con indirectas y con directas y al final simplemente se había cansando. Ya hablaría con Mireah. Y si no con Alania. Total, seguro que era ver a la muchacha y perder la cara de perro.

Pero la Casa estaba vacía. Y no vacía del estilo "hemos salido un momento pero volvemos en cinco minutos", no. Más bien vacía estilo "enviadme las cartas a mi nueva dirección". Los trastos viejos, la mayoría, seguían en su caótico lugar (Nawar no pudo dejar de notar que el soldado de juguete de Haze había desaparecido), pero nada de los traído en losúltimso días quedaba ya en la cueva. Ni cacerolas, ni mantas, ni siquiera restos de comida. Habían hecho un trabajo estupendo. Nadie hubiera podido sospechar que aquello era algo más que un refugio infantil en desuso.

Nawar maldijo. Eso quería decir que seguía a solas con el medioelfo. Y lo peor era que no tenía ni idea de a donde ir. Su casa estaba más que descartada, por supuesto, y de momento no podía ni plantearse intentar contactar con su señor. Era demasiado peligroso. Así que estaba de fango hasta el cuello y encima tenía que cargar con un adolescente silencioso e irritable.

-Estupendo -resopló, dejándose caer en una de la piedras que hacían las veces de taburete. Luego se volvió hacia el muchacho quien, entrando detrás de él, se sentó a su vez-. Al menos podemos ver esto por la parte positiva: si se lo han llevado todo es que se fueron por su propio pie y nadie los ha detenido. Además, si aún no han encontrado esto, ya no lo van a hacer. A estas alturasZealor ya debe de haber llegado a Suth Blaslead y seguro que han detenido las búsquedas hasta que pueda dar nuevas órdenes -trató de sonreírle al chaval-. Podemos descansar aquí, dormir un poco, buscar algo de comer...

El muchacho se encogió de hombros, sus ojos glaucos mirando en cualquier otra dirección. ¿Aún seguía enfadado? ¿O era algo más? La verdad es que le daba igual en esos momentos, estaba demasiado cansado como para perder el tiempo intentando adivinar qué pasaba por la cabeza deJaron.

Así que en lugar de eso se puso en pie de nuevo.

-Trata de dormir -le dijo-. Yo iré a buscar algo para comer, lo que sea, y a ver si con un poco de suerte encuentro algún rastro.

-¿Y si no? -habló finalmente.

Ya era algo.

-Ya veremos -fue su respuesta, incapaz de confesar que no tenía la menor idea.

-¿No puedes hablar con tu gente? Dijiste que eran influyentes -Jaron seguía sin mirarle a la cara, sus ojos fijos en el libro abierto que había sobre la mesa.

Ouch. Ése era un tema aún más delicado que el hecho de que no supiera qué demonios hacer.

-Ahora mismo sería una pésima idea, créeme -probó.

-No sé por qué. ¿Qué va a hacer Zealor? ¿Encerrar al rey?

-¿El rey? ¿De qué estás hablando?

-Bueno, el rey o algún príncipe o princesa. Pero está claro que trabajas para la monarquía. Sólo el rey puede mandar sobre el Qiam -finalmente se volvió hacia él-. Lo dice este libro.

¡Maldito fuera Haze y su manía de esconder sus libros de texto! Al menos ya sabía que había algo más que un simple enfado, aunque no supiera muy bien qué.Jaron enfadado era pesado y repelente. Ese Jaron frío e indiferente solía ocultar algo más.

-Bien... -Nawar se sentó de nuevo, esta vez frente al medioelfo. Se llevo una mano a los cansados ojos mientras pensaba en las palabras que iba a usar-. Aunque esto fuera así, no es tan sencillo. Después de lo que hemos hecho esta noche lo más probable es que incluso mi gente esté buscándome para encerrarme donde no pueda volver a darles problemas. Lo mejor que podemos hacer ahora es escondernos, al menos durante una semana o dos.

Luego tal vez le ofreciera conocer de primera mano para quien trabajaba, pero mejor tocar ese tema cuando llegara el momento. De momento ni siquiera tenía muy claro que fueran a sobrevivir tanto tiempo.

El chico le miró durante unos segundos en silencio y luego bajó la vista hacia el libro.

-Posiblemente tengas razón -admitió, cerrándolo-. Seguramente es sólo que estoy cansado.

-Seguramente -le sonrió, poniéndose en pie y acariciándole la cabeza-. Duerme un poco, ¿vale? Lo veras todo mucho más sencillo cuando venga a despertarte con algo de comida.

Jaron le devolvió una sonrisa cansada y asintió.

-No le abras a nadie -bromeó antes de salir de la cueva, consiguiendo un amago de risa.

Eso acabó de relajarle. Fuera lo que fuera lo que había estado a punto de ocurrir, había podido evitarlo de momento. Podía dejar de preocuparse por el muchacho y centrarse en encontrar comida y rastros. Por ese orden a poder ser.

Sólo esperaba no haberse equivocado y que realmente el resto hubiera podido huir.