sábado, 27 de junio de 2009

Segunda parte, capítulo octavo

(¡Hoy hace un año que publico esto! Para celebrarlo he añadido cositas a la web. Disfrutad y gracias por estar ahí durante estas 53 semanas.)




Cuando Nawar empezó a hablar no fue al grano. Tal vez no había mentido y la historia era tan larga como había dicho.

Mireah, que hasta hacía unos minutos estaba furiosa con el elfo por inconsciente e irresponsable, estaba ahora intentando entender algo de lo que el joven decía y que parecía estar afectando tan profundamente a Haze y a Dhan.

No sabía mucho de política élfica, pero recordaba lo que Jaron le contara acerca del poder casi ilimitado del Qiam y recordaba también que sólo el rey estaba por encima de él. Nawar tuvo la deferencia de ponerles al corriente del delicado estado de salud del actual rey, pero lo comentó de pasada, como si fuera algo que sin duda debían saber. Mireah dedujo con eso que si los políticos de la nación elfa se parecían a los políticos humanos estarían todos cual buitres esperando ver qué parte del cadáver podían comerse antes de que el cambio de poder se hiciese efectivo. Mientras el rey estuviese moribundo el príncipe era solo eso, un príncipe, y joven por lo que insinuó Dhan. Estarían todos frontándose las manos ante la perspectiva de manipularlo a su antojo.

Eso le ayudó a dibujar un esquema aproximado de una nación en precario equilibrio de poderes, al mando de la cual había un príncipe demasiado joven y un Qiam demasiado malvado.

"Y que yo pensaba que nuestro gobierno dejaba que desear..." Pensó con cierto cinismo mientras Nawar hacia una pausa para reordenar sus palabras.

-Faris no es ni mucho menos estúpido, pero sabe que su juventud hará que el Consejo busque la opinión del Qiam antes que la suya cuando su padre muera.

-Bueno, por lo que me ha contado mi tío, nunca se ha preocupado mucho por los asuntos de estado -argumentó Dhan, el único de ellos que podía saber algo de la situación política de la Nación.

Nawar sonrió y a Mireah no se le escapó el brillo de orgullo en sus ojos.

-Eso es lo que todos piensan, pero en realidad está mejor informado que algunos de esos apoltronados burgueses.

Esta vez le tocó a Dhan arrugar el ceño, molesto por la alusión.

-Todo eso está muy bien, pero sigue sin tener nada que ver con Haze -opinó Mireah.

-Es que no me habéis dejado acabar -protestó el rubio.

Y continuó hablando, esta vez acerca de como al príncipe, a pesar de ser demasiado pequeño cuando Zealor llegó al poder, nunca le había gustado Zealor. A medida que crecía esa sensación no desapareció, al contrario. El príncipe Faris nunca se sintió cómodo en presencia del Qiam.

-Sin embargo el sentir general es otro, ¿no es así, Dhan?

-Eso es cierto. Yo mismo he tenido que morderme la lengua en numerosas ocasiones. El hecho que lograra superar las pruebas siendo tan joven y que perdiera a toda su familia en tan poco tiempo le granjearon muchas simpatías en el pueblo.

-Que tierno -murmuró Haze, abriendo la boca por primera vez desde hacía rato.

-Bueno, Jaron tuvo un funeral por todo lo alto y patrullas de soldados estuvieron buscándote por toda la Nación tras tu desaparición hasta que se te dio por muerto -repuso Nawar con una media sonrisa-. Recuerdo cuan impresionante resultó todo, cuan emotivo. Si no hubiese conocido a Zealor, hubiese creído que de verdad podía sentir.

Consiguió arrancar una sonrisa de Haze.

-Nunca te cayó bien.

-Nunca me caísteis bien ninguno de vosotros -el rubio se encogió de hombros-. Pero lo que quiero que entiendas, Haze, es que para la mayoría de personas Zealor es un tipo que ha sufrido grandes pérdidas y las ha sobrellevado notablemente, además de ser el Qiam, por supuesto, y hacer todos los sacrificios necesarios en bien de la Nación. Como por ejemplo, sacar a la luz el doloroso hecho de que su hermano pequeño es un traidor asesino -añadió haciendo un gesto amplio con la mano.

Mireah tomó la mano de Haze entre las suyas, pero éste ni se inmutó.

-Así que la Nación adora a mi hermano. Sigo sin entender que quiere el Príncipe de mí -fue todo cuanto dijo.

-Ya te he dicho que a mi señor nunca le gustó el Qiam. Faris puede ser muchas cosas, pero algo que se le da muy bien es juzgar a las personas. Mientras su padre estuvo sano, no hubo problemas. El rey fue siempre un hombre fuerte y respetado. El consejo funcionó como una seda bajo su mandato y el Qiam apenas fue necesario más que para aconsejar o desaconsejar.

-Pero el rey enfermó...

-Exacto. Hará unos veinte años que su enfermedad dura, pero ha sido estos últimos tres años en los que su situación ha empeorado. Fue entonces cuando Faris se empezó a preocupar. Contactó con gente que sabía teníamos la misma estima por el Qiam, por decirlo de algún modo, y compartió con ellos su inquietud. Y antes de que ninguno de sus confidentes nos diéramos cuenta el príncipe había organizado una pequeña red de afines que organizaban reuniones y compartían información sobre el Qiam.

-Planeando para un futuro mejor -dijo Dhan con una expresión extraña en el rostro.

Nawar le miró sin entender nada, pero Mireah supo que Dhan se estaba acordando de sus propias reuniones con Jaron y Sarai. Intentó imaginarlos a ambos con la edad de Nawar y no le costó demasiado en el caso del pelirrojo. La imagen mental que se formó se parecía mucho a Alania. Mireah podía perfectamente imaginar a Alania intentando cambiar el mundo.

Con Jaron Yahir sin embargo fue incapaz. Por más que insistiera Haze, no podía ver nada bueno en el elfo de la cara quemada.

-Pero, no lo entiendo -continuó Hund-. ¿En qué os basabais? Es decir, por mucho que odie a Zealor, he de admitir que su trayectoria ha sido intachable.


-Eso parece a simple vista, y al verdad es que es frustrante. Zealor es un genio, eso lo admito. En estos sesenta y siete años no ha hecho nada ilegal. Nada que se pueda demostrar, al menos, pero aún y así mi señor está convencido de que ha ido eliminando obstáculos a lo largo de su camino. Detenciones difíciles de entender, confesiones extrañas... -De nuevo un amplio gesto de brazos para ilustrar la magnitud de las sospechas del príncipe.

-Pero no hay pruebas.

-No. Y si a eso le sumamos que su palabra no es sólo ley, sino verdad, se hace difícil rebatirle nada al Qiam sin una buena base sobre al que apoyarse.

-Decís que ha eliminado obstáculos -quiso saber Haze-. ¿A qué os referís?

Nawar le miró largamente y luego hizo un mohín.

-La teoría de Faris, y que conste que de momento es sólo una teoría, es que la meteórica carrera de Zealor Yahir está surcada de coincidencias. Si hace treinta años el antiguo tesorero real no hubiese resultado ser un traidor a la corona, no se habrían cambiado las leyes que le dan completo control sobre las arcas de la Nación. Si hace sesenta y siete años sus hermanos no hubiesen desaparecido, no sería dueño de toda vuestra heredad. Si hace setenta y pico años sus padres no hubiesen muerto, Jaron hubiese sido el Qiam en su lugar.

-Etcétera, etcétera -concluyó Dhan, tal vez repasando más coincidencias mentalmente.

-Siempre creí que Faris era paranoico en exceso, pero vaya, finalmente sí estaba detrás de vuestras desapariciones, así que...

-No -de repente Haze se puso en pie y empezó a pasearse por la sala-. No. Sé de qué es capaz Zealor, pero lo que estáis insinuando es... A sus propios padres...

Todos guardaron silencio mientras Haze se apoyaba en la pica, dándoles la espalda, y daba grandes bocanadas, tratando tal vez de frenar alguna arcada.

-No -dijo finalmente-. Es demasiado incluso para Zealor.

-¿Cres que es más difícil cometer parricidio que fratricidio? -Inquirió Nawar con una ceja enarcada. No había burla ni humor en su voz. La pregunta iba totalmente en serio.

Haze no contestó ni se volvió, pero sus hombros se tensaron. Sin duda trataba aún de resistirse a una idea que le aterraba. Y no le extrañaba. Un nivel de planificación así implicaba que Zealor era aún peor de lo que el mismo Haze siempre había creído.

-Jaron es de la misma opinión -dijo Dhan-. Una vez me contó esta misma teoría y me dijo que Zealor sólo conoce un modo de conseguir las cosas: arrebatárselas a otro.

Otro silencio.

Nawar no dejó que se alargara mucho.

-Pero de momento son sólo conjeturas... -dijo recostándose hacia atrás en su silla-. En fin, ahora ya sabéis porque quiere veros el Príncipe.

Como respuesta obtuvo más silencio.

Mireah se debatía entre las ganas de levantarse a abrazar a Haze y la certeza de que en ese momento su amor lo que necesitaba era espacio y aire para respirar. Dhan parecía meditar algo, tal vez la de cosas que él les podía haber contado de haber sabido que este grupo antes. Nawar por su parte esperaba, más serio de lo que Mireah le había visto nunca.

-Yo tengo una pregunta más -dijo de repente Haze, volviéndose, con un tono de voz curioso e incluso alegre-. ¿De qué conoce un mindundi como tú a la familia real?

-¿Mindundi?

-¿Que más te da lo que te llame si no te caigo bien?

Nawar se hizo el ofendido. Mireah se dio cuenta de repente que parecía una dinámica que llevaban muy bien y se preguntó hasta que punto era cierto que a Nawar nunca le había caído bien Haze o si era algo de lo que se había convencido con el tiempo.

-No conozco a la familia real, sólo al Príncipe -contestó finalmente-. Coincidimos en la guardia. Yo intentaba ser soldado y él tenía que hacer el servicio obligatorio de mentirijillas que hacéis los nobles. Como le trataba como a uno más le caí bien. O eso dice.

-¿No le crees?

-Siempre ha estado muy obsesionado con la idea del Qiam. Creo que le atrajo saber que mis tíos eran guardianes de vuestra hacienda, pero nunca lo confesará.

Haze sonrió y se acercó finalmente a la mesa, retirando el plato y llevándolo hasta la pica para lavarlo. Mientras pasaba, apretó el hombro de Mireah con su mano libre, pero el gesto en lugar de tranquilizarla no hizo si no empeorar el nudo en su estómago. Odiaba cuando fingía que todo iba bien cuando era más que evidente que no.

-Pero no eres soldado -no lo preguntó, pues era obvio que no lo era o no hubiese tenido la libertad de movimiento que tenía.

-Ya había muchos soldados en su pequeño grupo. Faris creyó que me iría mejor como agente libre, aunque mi madre cree que recaudo impagos para un prestamista de la capital.

El pequeño de los Yahir medio rió, sentándose.

-¿Y cuando quiere vernos tu señor, agente libre?

-Cuanto antes. Si salimos ahora llegaremos en un día y medio.

-Imposible -protestó Mireah-. Haze aún no está recuperado del todo.

-No importa mucho si estoy recuperado o no, princesa. Cuanto más tardemos en ir a ver al Príncipe, más tardaremos en ir a buscar a Jaron.

Mireah se sonrojó, pues con toda la información recibida casi se había olvidado de Jaron. Haze tenía razón, por supuesto, si tardaban mucho más en ir a buscar a su amigo, a saber dónde estaría. Pero si partían ahora corrían el peligro de que la espalda de Haze no se acabara de recuperar nunca.

De todos modos, los elfos parecían haber decidido por ella, para variar, pues Dhan se ofreció para ir a recoger todo lo que fueran a necesitar para el viaje mientras se ponía en pie.

-Te ayudo -dijo, incómoda.

No quería quedarse sentada en la cocina mientras los nervios se apoderaban de nuevo de ella. La verdad era que de lo que tenía ganas era de quedarse a solas con Haze y abrazarlo y consolarlo, pero el elfo ni quiera trató de detenerla mientras ella se ponía en pie y seguía a Hund a la habitación de invitados, donde guardaban casi todas sus cosas.

En ese momento odio a Nawar un poco.

Sólo sabía traer problemas.

1 comentario:

Semi_Lau dijo...

¡Felicidades por ese aniversario!