viernes, 28 de noviembre de 2008
Capítulo vigesimocuarto
El nudo en el estómago de Jaron creció hasta límites insospechados al leer el comunicado real. Miró a Nawar de soslayo e intuyó que éste iba a decir algo, pero no le apetecía oírlo, así que, ignorándolo, se dirigió hacia la ominosa construcción del centro de la plaza.
Los elfos que estaban en ese momento acabando de afianzar la estructura levantaron sus ojos hacia él al darse cuenta de que parecía esperar algo.
-¿Si?
-¿Para qué es esto?
Los elfos se miraron entre sí.
-Para la ejecución -respondió uno.
-Pero, Noain Ceorl no va a ser ajusticiada, ¿no? ¿No deberíais desmontarlo?
Su interlocutor se encogió de hombros.
-A mí que me cuentas, chaval. El Qiam querrá aprovechar el trabajo para algún otro reo.
Y, dando la discusión por zanjada, siguió a la suyo.
Jaron les observó como en sueño. Uno de esos sueños absurdos en que nada tiene sentido y todo parece mezclarse. Si Rodwel hubiera aparecido de repente para regañarle por abandonar sus estudios, no le hubiera sorprendido en lo más mínimo.
Nawar estirando de su manga le distrajo.
-Estamos llamando la atención -masculló el rubio en su oreja.
Y el muchacho asintió torpemente, porque en ese absurdo sueño era lo que tocaba hacer. Asentir y seguir a Nawar.
Salir de la plaza.
Buscar a Haze.
Pero tan pronto se volvieron para irse una elfa de unos cincuenta años...
(“No, idota, ¡entonces sería una niña!”
“Oh, cierto. ¿Doscientos? ¿Trescientos?”
“¿De veras te importa?”)
Lo que fuera. Una mujer, de mediana edad en todo caso, les salió al paso tomando al joven del Brazo.
-¡Nawar, muchacho! ¿No has oído la buena noticia?
El elfo se volvió hacia la mujer esbozando una sonrisa que a Jaron se le antojó tensa pero que la elfa no pareció notar.
-¡Yente! Sí, ahora mismo acabo de leerlo.
-menudo alivio -confesó la mujer con un afectado suspiro-, Nos hemos quitado todos un peso de encima. No es que nadie creyera que Noain pudiera ser una traidora, por supuesto. Pero claro... como lo decía el Qiam...
-Por supuesto -Nawar miró nervioso hacia Jaron mientras le seguía el hilo a la elfa-. Sus razones tendría... -comentó, posiblemente por añadir algo.
-¡Oh, y tanto que las tenía! ¿No te has enterado? ¿Acaso acabas de llegar?
-Sí, hemos llegado ahora mismo -Jaron vio al joven fruncir el ceño, suspicaz-. ¿Enterarme de qué?
-Pues resulta que tus tíos habían estado escondiendo a un criminal en su casa todos estos años.
-¿Qué? Eso son bobadas.
-Eso pensamos todos. Hasta que supimos de quién se trataba.
-¿Quién? -Jaron intervino en la conversación, harto de cháchara y rodeos.
La elfa le miró y luego volvió la vista hacia la casa Yahir.
-Ni más ni menos que Haze Yahir -dijo, bajando la voz como si fuera el más terrible de los secretos.
-¡Eso es mentira! Haze estaba...
Un codazo de Nawar calló a Jaron a tiempo.
-Muerto, sí. Eso pensábamos todos. Y ya ves...
-¿Y dice el Qiam que mis tíos le han estado ocultando?
-Oh, no te preocupes, cielo, conociendo a Noain y el delirio que tenía por ese Yahir cuando no era más que un niño, cualquiera comprenderá que fueron engañados por ese traidor. ¡Tal vez incluso coaccionados!
-¿Cómo sabéis todo eso? -Jaron se mordió la lengua esta vez.
-Pues parece que por fin el Qiam ha dado con él. ¿No es una suerte? Eso ha salvado a Noain y a Salman -Yente bajó la voz de nuevo-. Pobre Qiam...Su propio hermano... Se dice que es posible incluso que Haze esté tras la desaparición del mayor. ¿Cómo se llamaba?
-Jaron -respondió el muchacho, que sentía las entrañas arderle como si hubiera tragado un puñado de brasas-.Se llamaba Jaron.
Nawar le tocó el brazo, como pidiéndole calma, pero el chico lo retiró. Sólo podía mirar a esa elfa y esperar a que confirmara lo que él ya sabía que iba a decir. La sensación de irrealidad que sintiera hacía unos minutos había empeorado. O tal vez era sólo un mareo. En todo caso, era como si el mundo se hubiera difuminado y nada pareciera ya sólido. La sangre le martilleaba en los oídos, pero aún así oyó a la mujer responder:
-Eso mismo. Que informado veo a este muchacho -Yente le sonrió con aprobación-. ¿Algún primo, Nawar, cielo?
-Sí, por parte de madre -mintió el joven.
-Así me gusta -la elfa le tocó el hombro amistosamente-, apoyando a la familia. En fin... cuando ese Yahir sea ejecutado todo quedará resuelto y entonces seguro que el Qiam deja que tus tíos regresen a su casa.
Jaron vio a Nawar devolverle a la mujer una sonrisa mientras intercambiaba fórmulas de cortesía, pero apenas les escuchó. Había confirmado lo que ya sabía desde hacía varios minutos. Desde hacía varias horas, de hecho. Haze... Haze...
Se volvió hacia el cadalso y, tomando mecánicamente uno de los martillos que reposaban por allí, empezó a golpear la estructura.
-¡Jaron! -Nawar corrió hacia él, quitándole el martillo y sujetándolo para que no escapara, evitando a su vez que trabajadores y curiosos se abalanzaran sobre él.
-¡Suéltame! ¡No me toques!
-No es el momento -masculló Nawar mientras lo alejaba de allí -Son los nervios. Es muy excitable -iba diciendo en voz alta a la gente que les miraba como decidiendo si ir a aviar a la guardia o no-. Será mejor que le lleve a casa.
-¡No!
El muchacho consiguió por fin zafarse y echó a correr sin importarle hacia donde corría. Sólo quería estar lejos. Dejar atrás el hacha y el cadalso y el tocón. Y a los curiosos y a las vecinas chismosas. Y a Nawar. Sobretodo a Nawar.
Peor el elfo fue tras él y no tardó en darle alcance al cabo de algunas calles.
-¡Jaron! ¿Se puede saber qué mosca te ha picado? ¿Te has vuelto loco? -dijo, agarrándolo del brazo de nuevo y guiándolo para que fuera con él.
El chico se soltó de nuevo. O lo intentó. Porque el forcejeo le hizo tropezar y cayó al suelo cuan largo era.
Allí, derrotado y abatido, rompió a llorar.
-Eh... vamos... -Nawar, más calmado, le puso una mano en el hombro, pero Jaron le rehuyó de nuevo.
-¡No me toques! ¿Mi tío a cambio de los tuyos? ¿Ese era tu plan? ¿Eso es lo que fuiste a hacer ayer con tanta prisa? ¿Venderle al Kiam?
Jaron había reculado como había podido hasta chocar contra una pared. Seguía hipando incontrolablemente, pero sus puños, cerrados con furia, estaban listos para golpear a Nawar si volvía a acercarse.
-¿Qué? ¿Eso crees? ¡No! Yo nunca...
-¡Y una mierda! Por eso estabas tan tranquilo, ¿verdad? Sabías que no íbamos a encontrarle por más que buscáramos.
-¡No! ¡Dioses, no! ¡Te juro que ni siquiera se me pasó por la cabeza! -El joven se acercó a él y tras un pequeño forcejeo tomó sus puños entre sus manos, obligándolo a mirarle-. Jaron... por favor... Lo que fui a hacer ayer... Lo que no os podía contar... -Nawar suspiró-. Formo parte de un grupo de gente que buscamos derrotar al Qiam. Mi señor, nuestro jefe... es alguien muy influyente. Fui a verle para pedirle que intercediera por mi tía. Te juro por el alma de mi padre que Haze ni siquiera salió en la conversación.
Jaron hubiera dado cualquier cosa por no creerle, por leer cualquier otra cosa en sus sinceros ojos color miel. Cualquier cosa por tener a quien culpar. Porque si Nawar era sincero, si él no tenía la culpa... entonces...
-Es mi culpa -el muchacho rompió a llorar de nuevo, hundiendo la cabeza entre los hombros-. Yo quise bajar al pueblo. Por eso le han cogido. Por mi culpa... Haze va a morir por mi culpa.
Nawar le rodeó con un brazo y esta vez no lo rehuyó.
-Eh, vamos -el joven le apartó el negro pelo de la cara- ¿quien ha dicho que vaya a morir?
-Pero...
-No vamos a rendirnos. No ahora, ¿de acuerdo? No hemos llegado hasta aquí para nada, ¿verdad?
El muchacho negó con la cabeza, secándose las lágrimas. Por suerte, su carrera le había alejado del centro del pueblo y no había curiosos a su alrededor.
-¿Cómo vamos a decírselo a Mireah? -preguntó mientras dejaba que Nawar le ayudara a ponerse en pie.
El joven le pasó un brazo por los hombros y esbozó una mueca a medio camino entre la sonrisa y el mohín.
-Ya lo pensaremos por el camino, ¿vale? De momento, vamos a buscar una fuente para que puedas lavarte la cara.
Jaron asintió y se dejó guiar, ordenando de repente toda la información recibida en tan poco tiempo.
-Tú señor... ¿tiene suficiente poder como para hacer cambiar de parecer al Kiam? -Quiso saber.
-A veces.
-Ya veo...
-¿Ya ves? ¿Que ves?
-Es interesante.
Y no dijo nada más durante buena parte del camino.
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